INCAPAZ
Tus ojos transparentes lo ruegan:
un abrazo infinito que te ampare
de este perpetuo invierno
y sus huérfanos de costillas vacías,
ese gesto de ternura que te auxilie,
naufraga hambrienta, de los restos
del fracaso que nos maltrata,
buscas una isla que bese tus pies,
y me encuentras inhóspita, muda;
y me quedo con las ganas
por miedo a no encontrar[te]
las palabras precisas exactas para cerrar la cicatriz,
por miedo a romper[te]
con estas manos impotentes y torpes.
[DES]ORIENTACIÓN
Acudir, trimestralmente, a la oficina
de los pastores ciegos; esperar, con paciencia,
a que tu nombre y apellidos aparezcan
en la pantalla; caminar hacia las mesas
y tolerar el silencio, la ignorancia, el desprecio
-escudriñan la desesperación
en tus ojos de borrego-;
pretenden guiar a este ganado que entra y sale
-no hay prestaciones, no hay ofertas de empleo, ni cursos-
y son inmunes a los dramas de los próximos turnos,
a la desilusión pintada en los rostros,
somos ovejas sumisas que se marean inútilmente
en este redil claustrofóbico
somos los que estamos condenados al hogar-matadero
-apreciar como los días desquebrajan las paredes
hasta que su peso nos aplasta-
los que no regresan con esperanzas en el bolsillo.
ANA PATRICIA MOYA
Imágenes: Mikael Aldo (superior) y Heidi Taillefer (inferior).