CIEN MUSAS DIMINUTAS
A lápiz crecían versos orgánicos, sin otro ritmo que el de los latidos. Dueñas absolutas de cada poema cien musas diminutas, bellas hadas púberes, invitadas a la hora del café, ensayaban bailes en servilletas. Aún hay restos de azúcar, entre sílaba y sílaba. SIGUE LA FUNCIÓN La lluvia dentro de un teatro vacío, y ecos fantasmales en el patio de butacas. Aquel olor de las noches de estreno. El programa de mano con tu nombre. El crujir de las tablas tus ojos de maquillaje, de luz, sosteniendo mi gesto en el proscenio. El viento trajo escenarios distintos, otra música, otros aplausos, otra ovación, nuevas glorias. Es lo que pasa en el mundo. Todos los teatros siguen la función justo después de ti. FRAGILIDAD Anoche en el silencio fui frágil. El aire licuó la sangre y los huesos. Los restos del pasado y de la carne se aferraban con fuerza a mis tobillos como monstruos ciegos bajo la cama. El frío, a dentelladas, arrastró mi voz eternamente lejos. ROSARIO TRONCOSO