DÍA A DÍA
Un día conquistado
a la heroica rutina de estar vivos,
es arte que no todos ejecutan
con idéntico azar. Los optimistas,
pagados en especie,
dejan caer sus restos de ganancia
a una tierra donde se descomponen
por escasez de llanto.
En otras latitudes aparecen los tristes,
repartiendo el expolio
de un tiempo detenido en sus memorias,
con grandes beneficios
como compensación a tal sometimiento.
Valiéndose de unos y de otros,
ese día difícil
resuelve su apetencia con la fuga
habitual y nueva
que deja complacidos
a aquellos que ni sienten ni padecen.
EN TODOS LOS SENTIDOS
La herida yace en todos
y cada uno de los sentimientos
durmiendo a la intemperie, despertando
antes de que el olvido comience a sepultarla.
No basta su existencia,
no es suficiente el paso de los días
con su ruido de fondo:
al final se pronuncia
en voz alta, sin dar respuesta.
¿Quién no amó de repente,
y de repente tuvo
que enfrentarse a sí mismo por su causa?
¿Quién tan abandonado
del propio corazón como para sumirse
en busca de lo incierto?
Mientras venga algún ángel
a remover las aguas de una herida,
hay que sanar, sin duda;
hay que vivir en todos los sentidos.
PRESENTACIÓN DE UN LIBRO
Los amigos ocupan sus asientos.
Los conocidos marcan territorio.
Los demás, permanecen.
Un punto de abandono que insinúa
entre el que vino a hablar y quien recita,
mientras presumen ambos de su acompañamiento.
Y pasan los minutos,
y vuelven a pasar, sin un avance
exacto en la lectura.
Y hay gente que recurre,
tras el primer bostezo y el siguiente poema,
a entretener la vista
dividiendo el salón en dos mitades:
la de los inocentes,
que todavía creen al autor de los textos,
y la de quienes muestran
sentimientos de culpa
por no haberse quedado entre sus libros
y sin salir de casa,
con el frío que hace.
María Sanz