DOS POEMAS INÉDITOS

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DEFECTO

Durante años me hicieron creer
que yo no valía nada

                                      pero el tiempo es sabio
y me desvela que no se trata de mis manos:
es la ausencia de docilidad

                                      quieren nombres domesticados
                                      porque temen a los desbocados
                                      que rugen en libertad.

ANIMALES LASTIMADOS

        No se puede confiar
en aquellos que fingen interés
arrimando sus hocicos con saliva
que es puro veneno

        por eso, prefiero infectar mis heridas
lamiéndolas en soledad
        
        que yo sea la única causante
        de mi dolor.

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ANA PATRICIA MOYA

Ilustraciones: Nikita Kaun \ Mark Heine.

ESPACIOS EN BLANCO, DE ISABEL TEJADA, ARMA POÉTICA, CUATRO POEMAS

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ACÁ está la que vive
mi corazón es un ciervo blanco sin llanura
no importan las palabras no importa la boca
sino es para masticar cuidadosamente
la hostia de los días que fracasan conmigo
yo hago espirítu represento la cosa
este aire esta suelta de miembros
sin signo aparente de discurso
esta deuda a cuánto
en cuanto al fruto mejor no referirse.


ENTRE pulmón y pulmón
arquitecto
hago ojal a un corazón abotonado a la vida
yo me destruyo en la imagen del que me hace
del que sólo halla en mí desalojo de su triste
o de su semen
tu nombre es ahora cada uno de sus nombres
soy lo que transita por tus dedos
recae la verdad en cada uno de mis elementos acariciados
éntrame así te digo antes de la decepción
seme estámpate así
pero si sé si todo está ya anunciado
a qué esta intención de afincarme
esta contundencia.


ESCRIBO
como alguien que trata de comprender una luz devastada por la tristeza
como alguien que se oculta bajo un techo de hojas buscando reposo
y finge que le llega la palabra
debería decir deportada a la orilla hago oficio de mis restos
entallo mi corazón en su armadura y no es suficiente
acostumbrada a la derrota aún entono el canto que reclamo
alguien escribe somos seres descontentos
enumera el agua podrida de los jarrones
condenada a lo que queda después del hueso
peleo como una tira de luz entre las ramas que aún resiste.


VUELVO a escribir sobre lo roto
el hueso de lo nuestro
lo que decías que nos esperaba
no eres un nido me digo
a la sombra de las palabras de siempre.


ISABEL TEJADA BALSAS
ESPACIOS EN BLANCO (ARMA POÉTICA EDITORIAL)

VEINTE CON VEINTE: DIÁLOGOS CON POETAS ESPAÑOLAS ACTUALES (I) UN POEMA INÉDITO INCLUIDO

2020

V

Por qué

Fregar y barrer la casa
como metáfora de pretensiones estériles

no poder erradicar definitivamente la roña
de la incertidumbre con unas cuantas pasadas

asumir
que ni un [vulgar] poema sobre la lejía
transformará este mundo inefable
y mi anodina existencia.

ANA PATRICIA MOYA

Y no olvidéis votar, si os apetece, para alguno de mis relatos presentados: https://anapatriciamoya.wordpress.com/2016/07/08/tres-microrrelatos/

ALGUNOS POEMAS DE «REPÓQUER DE REINAS» (Editorial Groenlandia, 2016)

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LA ENFERMEDAD UNE

Mi madre,
la que nunca enfermaba,
acabó ingresada
-consecuencias de la dictadura
caprichosa de su páncreas-,

mi hermana,
la que nunca flaquea,
acabó también llorando
en el borde de una cama de hospital,

mi padre se derrumba,
mi otra hermana - escéptica - le reza
al destino,

y yo descubro, con asombro,
cuánta fragilidad
      en dos pilares
                    que se agrietan
                          
                                sin remedio.

PORQUE NO SOY UN EJEMPLO A SEGUIR

 Mi padre me encuentra escribiendo
bajo la luz tenue del flexo:

un silencio breve
y la frase esperada de mis labios:
                   “no, papá, no me pagan por esto”.

Él no replica
        -conocedor de mi derrota-;

al rato, me entrega una bombilla nueva,

yo la cambio,
resignada a malgastar inútilmente el tiempo
entre estos cuadernos emborronados
y notas de miseria,

                él es cómplice de esta miope
                que se alimenta de sueños rotos.

SIMPLE

Sé consecuente:
tu vida es un puzzle inacabado
de miles de piezas,

si buscas lealtad
recurre a la pieza de los amigos nobles,

si anhelas fidelidad
adopta un perro o un gato,

si requieres pasión y cariño
localiza la del amante siempre disponible

[¿la del amor verdadero?
cuando la encuentre quemaré
todos mis cuadernos de poemas]
y siempre faltará algo, o alguien:

no pretendas encajar una pieza cualquiera
sin bordes para sentirte completo

                     es una tarea abocada al fracaso.

Resígnate a ser imperfecto:

resígnate a ser [in]feliz. 

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Ana Patricia Moya
Ilustraciones: Van Arno

Pinchando en la imagen, enlace al libro:

REPÓQUER DE REINAS IMAGEN PORTADA

CUADERNO DE VEREDAS, JOSÉ PASTOR GONZÁLEZ, ALGUNOS POEMAS (I)

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INDOMABLES COMO

estos gatos viejos, sucios, cegatosen un rincón
lamiéndose las heridas de siete vidas
ya no parecen nada
a pesar de que un día lo fueron todo
o no fueron nada
viejos, sucios, cegatos
solos
a los que nadie podrá arrebatarles
la belleza de la dignidad
de animales sin dueño.

CALOR HÚMEDO

Brilla tu piel como luz de otoño
ofreciéndome el calor de las hogueras de antaño
que calienta todos los resquicios
de una habitación abandonada.

MUJERES

Hay mujeres que dan sombra en verano y refugio en invierno
mujeres que pueden poner música a todas las letras
mujeres que siempre tienen una palabra de amor en los labios
y una sonrisa cuando vienen mal dadas
mujeres que pueden cubrir con su cuerpo todas las ausencias
mujeres que no necesitan ropa para ser hermosas
mujeres que siempre dejan la puerta abierta.

MANTIS

Las chicas que me hicieron volar hasta lo más alto
tenían el corazón hecho con el mismo material
que las cajas negras de los aviones.

José Pastor González

TRES POEMAS DE «YO SOY LO QUE DICEN MIS MANOS» (poemario inédito)

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PADRE, MADRE: ACOJO, CON ADMIRACIÓN, RESPETO Y PESAR, VUESTRA (ÚNICA) HERENCIA \ LA GRAN FALACIA DE MIS PROGENITORES ES ERIGIRME COMO UNA MÁS DE LA CASTA DE LOS HONRADOS

Porque los principios
no dan trabajo
ni pagan facturas,
ni siquiera rescatan
a la conciencia nublada

porque mis llantos
resguardados en la almohada
no sirven para nada

porque ser leal a una misma
es destruirse

porque sólo enraízan
la
constante
sensación
de
fracaso

y la rabia, muda,

pero     latente        – aquí –        latiendo
en una víscera de seiscientos gramos exactos
muy enferma de verdad

muy enferma de respuestas.

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LA ZAPATILLA DE MI MADRE

I

De pequeña,
por cabezona,
la suela me enrojecía el culo.

Ahora,
rozando yo la treintena,
ella alimenta mi natural tozudez:

sigue golpeándote contra la pared,

       tarde o temprano se abrirá una grieta.

II

Sí, mamá.

Con mis cuernos rotos
haré un hueco  p  e  q  u  e  ñ   i  t  o
por el que pasarán los que están esperando
detrás de mí

porque yo ya habré muerto
de puro cansancio.

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LA RU(T)INA DE PAPÁ

Todas las puñeteras mañanas,
a la misma hora,
mi padre vomita

con el estómago vacío.

Arroja al váter
la angustia de saber
que ser honrado
tiene un precio.

ANA PATRICIA MOYA

IMÁGENES: Kyle Thompson

LA PUNTA DEL ICEBERG, antología coordinada por Nacho Montoto – Tres poemas

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TENGO 15 AÑOS

Lápiz en los párpados, barro en las uñas, sangre en la vagina.
Tengo 15 años y estoy cubierta de miedo y miel.
Me quemo los nudillos de tarde en tarde.
Engullo carne, harina, azúcar, engullo plástico. Aceite coagulado pastando por mi pleura.
Tengo 15 años y la boca hinchada. Soy virgen. No paro de escribir en las paredes, voy dibujándome estrellas en los talones, llaves en los tobillos.
Tengo 15 años, un novio de 4, manchas en los ojos y una ruta favorita de camino al hospital.
15 años, vestido roto, ampollas en los pies, una soga al cuello, miles de tinteros en la garganta, y hambre.
Tengo tanta hambre que muerdo las columnas de cemento, desgarro las manzanas y el algodón, y si te pusieras delante te mordería a ti con tal de machacar algo con las muelas, y llenar mi estómago, y mi diafragma, estrujar algo entre los dedos y que derrame jugo.
Tengo 15 años y alergia al zumo de la fruta. Beso las naranjas sin podar, aún cubiertas de hojas, como augurio de muerte y dolor.

María González

CASUÍSTICA-CINEFILOGENÉTICA

La culpa la tuvo Bette Davis
por dejar que se aprendiera el papel.
Judy por no haberle
pedido el libro de quejas de vuelta a Kansas.
Greta por callarse tan pronto
después de que le enseñaran a sonreír las musarañas.
Vivien por no haberle arrancado a mordiscos la camiseta a Marlon.
Rita por no haberle pegado en la entrepierna antes de ponerse a llorar.
Marilyn por hacernos el amor sin avisar.
Ava por pedir las dos orejas y el rabo.
La culpa la tiene Grace por cambiarse tanto de corona.
Marlene por ser el único hombre de la Paramount.
La culpa es, sin lugar a dudas, de Joan Crawdford
por quejarse sin razón en su silla de ruedas
queriendo sustituir a Bette.

Jesús Leirós

DÍA CERO, FRAGMENTO

No tuve opción.
Los gallos cantaban la muerte en un espectáculo sin fin.
Los niños tiraban de las faltriqueras de sus madres.
La inocencia sólo resultó ser el canto oculto de la moneda.
La mano abierta, el golpe seco.
No hubo ocasión de fingir.
Los hombres estaban esperando la putrefacción de la carne.
Laderas de huesos humillaban sus pies
y eran sonoros los besos en las bocas equivocadas.
Por eso nunca podré ser igual que tú.
El crepúsculo estallaba en mil aullidos.
Los perros formados ladraron sus cadenas
poderosos, conscientes, verdaderos,
lo seríamos siempre en otro tiempo
aquí hay un cementerio fijo, constante, extendido ante mis ojos.
Y a fin de cuentas, el fin. No somos tan diferentes.

Estefanía Cabello

 

DOS RELATOS INÉDITOS

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TENGO UNA PISTOLA

¿Sabéis? Tengo una pistola. La escondo en el cajón más recóndito del armario; la saco todos los días para limpiarla, a conciencia, con un trapo húmedo. Mi víctima de hoy es mi novio; bueno, mi ex novio, porque he cortado con él, y dentro de poco, vendrá a recoger sus cosas. Mira por dónde: ya está aporreando la puerta. Yo escondo el arma en el bolsillo trasero de mi pantalón; el muy cabrón arrogante, sin dirigirme la palabra, entra a la habitación, saca su maleta y empieza a llenarla con ropa, videojuegos, cómics y demás pertenencias. Yo le observo, furibunda; cuando concluye, ni siquiera abre la boca para despedirse de mí: se va directo del apartamento, con cierta prisa. Yo me asomo al pasillo exterior y veo como se aleja hacía las escaleras. Ha llegado la hora de poner punto y final. Saco la pistola. Apunto a su espalda, a traición. Lo mato. Lo mato en mi corazón. Lo mato en mi cerebro. Y no. No se ha escuchado un disparo de mi preciosa réplica de una Colt 45, tan sólo un simple click que ha asesinado a un capullo sin escrúpulos. Soy culpable, y no me arrepiento. Tantos gilipollas y tan pocas balas, no: tantos gilipollas y que sea ilegal cargárselos de un tiro, tiros que apilarían cadáveres de gilipollas innecesarios para este mundo estúpido. ¿Sabéis? Ya me está aburriendo esta pistolita de las narices; tenía que haberme comprado en la juguetería una metralleta de esas con sonido para haberle dado un buen susto a mi ex porque más susto me dio a mí cuando lo trinqué con mi mejor amiga en la cama.

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PATOS Y PALOMAS

Todos las mañanas, a la misma hora, el matrimonio de ancianos aparece en el parque del barrio; “otra vez los cansinos estos”: eso piensa Pablo, que observa a la pareja desde un columpio, con discreción; los abuelos, en su ritual, compran el periódico y palomitas en el kiosco; se aproximan a la zona ajardinada y se acomodan “en su banco, en el mismo de siempre, joder, parece que lo han alquilado de manera exclusiva”, objeta aquel hombre, balanceándose, sin perder detalle de ambos: ella, con su bolsita, cubierta con una toquilla de croché para protegerse del fresco, da de comer a las palomas que merodean a su alrededor y a los patos que salen del estanque para picotear las generosas cantidades de maíz que arroja al suelo; él, con gabardina y boina, atusándose el bigote, lee la prensa local, concentrado; “y se tiran así horas y horas, en silencio, tan aburridos”; en efecto, Pablo, vecino del lugar y asiduo visitante de aquel lugar tan poco concurrido a esas horas tempranas, sabe que estos jubilados estarán hasta el mediodía así, sentados, sin mirarse siquiera. “Qué deprimente”, asevera Pablo, hasta que el habitual gesto tierno entre ambos se produce (el señor entrelaza su mano con la de su esposa, ella le sonríe, cómplice) y el despectivo “ya no aguanto la cursilería, me va a subir el puto azúcar” que murmura para sus adentros; se levanta del columpio, bruscamente; enfurruñado, saca del bolsillo de su chaqueta los papeles del divorcio que rompe en varios trozos y los tira en la papelera, asqueado; se ve obligado a pedir prestado dinero a un buen amigo para pagar la pensión de sus hijos; la imagen de los viejos, le fastidiaba: una de sus antiguas aspiraciones era envejecer al lado de la mujer que siempre quiso, la misma arpía que le fue infiel y le arrebató la custodia de los niños. Sabe que la soledad no es tan soportable como la rutina del amor. Decide marcharse y perder el tiempo en caminar, sin rumbo fijo, por la ciudad; y, de nuevo, se queda con las ganas de acercarse a la conmovedora parejita y preguntarles: “¿cuál es el secreto?”.

ANA PATRICIA MOYA

Ilustraciones: Daniel Clowes

TRES POEMAS INÉDITOS

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LA ENFERMEDAD UNE

Mi madre,
la que nunca enfermaba,
acabó ingresada
-consecuencias de la dictadura
caprichosa de su páncreas-,

mi hermana,
la que nunca flaquea,
acabó también llorando
en el borde de una cama de hospital,

mi padre se derrumba,
mi otra hermana – escéptica – le reza
al destino,

y yo descubro, con asombro,
cuánta fragilidad

en dos pilares

que se agrietan

sin remedio.

 

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PORQUE NO SOY UN EJEMPLO A SEGUIR

Mi padre me encuentra escribiendo
bajo la luz tenue del flexo:

un silencio breve
y la frase esperada de mis labios:

                   “no, papá, no me pagan por esto”.

Él no replica

-conocedor de mi derrota-;

al rato, me entrega una bombilla nueva,

yo la cambio,
resignada a malgastar inútilmente el tiempo
entre estos cuadernos emborronados
y notas de miseria,

él es cómplice de esta miope
que se alimenta de sueños rotos.

 

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CELAYA SE EQUIVOCABA

La poesía no es un arma cargada de futuro

la poesía es una falacia
para corazones amaestrados

la poesía es una excusa
para maquillar ambiciones

la poesía es una criatura quebradiza

se deshace hasta ser polvo

entre las pezuñas de profetas impostores.

Sólo la auténtica poesía
              -la que sobrevivirá al naufragio-
permanece en aquellos pequeños gestos
donde la palabra pierde todo su significado.

 

ANA PATRICIA MOYA

Ilustraciones: Tomer Hanuka