ACÁ está la que vive mi corazón es un ciervo blanco sin llanura no importan las palabras no importa la boca sino es para masticar cuidadosamente la hostia de los días que fracasan conmigo yo hago espirítu represento la cosa este aire esta suelta de miembros sin signo aparente de discurso esta deuda a cuánto en cuanto al fruto mejor no referirse. ENTRE pulmón y pulmón arquitecto hago ojal a un corazón abotonado a la vida yo me destruyo en la imagen del que me hace del que sólo halla en mí desalojo de su triste o de su semen tu nombre es ahora cada uno de sus nombres soy lo que transita por tus dedos recae la verdad en cada uno de mis elementos acariciados éntrame así te digo antes de la decepción seme estámpate así pero si sé si todo está ya anunciado a qué esta intención de afincarme esta contundencia. ESCRIBO como alguien que trata de comprender una luz devastada por la tristeza como alguien que se oculta bajo un techo de hojas buscando reposo y finge que le llega la palabra debería decir deportada a la orilla hago oficio de mis restos entallo mi corazón en su armadura y no es suficiente acostumbrada a la derrota aún entono el canto que reclamo alguien escribe somos seres descontentos enumera el agua podrida de los jarrones condenada a lo que queda después del hueso peleo como una tira de luz entre las ramas que aún resiste. VUELVO a escribir sobre lo roto el hueso de lo nuestro lo que decías que nos esperaba no eres un nido me digo a la sombra de las palabras de siempre. ISABEL TEJADA BALSAS ESPACIOS EN BLANCO (ARMA POÉTICA EDITORIAL)